¡Esa es la pregunta del millón! La que media España se está haciendo, ¡como tú! Pero tranquilo, te lo vamos a explicar de manera sencilla.
Hay dos tipos de paneles solares: los que generan agua caliente, los llamados de energía solar térmica; y los que generan electricidad, que son los paneles fotovoltaicos.
Los paneles de energía solar térmica son los más comunes en los edificios. Son los que suelen instalar en viviendas unifamiliares y edificios de viviendas nuevos, ya que son económicos y casi no tienen mantenimiento.
Se instalan porque son la forma más económica de cumplir la normativa actual que obliga a que cada edificio nuevo cubra el 20 % de la demanda energética mediante renovables. Esto se consigue con una sola placa en una vivienda unifamiliar.
Estas placas usan el calor del sol para calentar el agua contenida en un depósito. Únicamente son capaces de generar agua caliente, que es uno de los gastos más frecuentes en una vivienda, pero no el único. El agua caliente se almacena en el depósito y mantiene su temperatura durante bastantes horas. Las placas calentarán el agua durante las horas de sol, pudiendo consumirse a cualquier hora del día. Está una de sus principales ventajas.
Estos paneles son más avanzados en tecnología, ya que convierten la luz solar en energía eléctrica. Esto ocurre cuando los fotones de la luz solar inciden sobre la celda de silicio liberando electrones que forman la corriente eléctrica.
La energía generada en la placa no puede consumirse directamente, debe pasar por un inversor que la convierta en corriente alterna, que es la que se usa en las viviendas. Una vez convertida se consume instantáneamente y el excedente se almacena en baterías o se vende a la compañía eléctrica.
Estas instalaciones tienen más elementos y, por tanto, un mayor mantenimiento; sin embargo, al generar energía eléctrica son capaces de cubrir el 100 % del consumo de una vivienda si se instala el número suficiente de placas solares.
En el momento actual, en el que la electricidad marca precios históricos día tras día, está claro que sí, y que unas placas de energía solar fotovoltaica impactarán más en el ahorro de la vivienda.
El coste para una vivienda media con una potencia contratada de 3500 W será de unos 5000 €, cubriéndose con la instalación un 80 % de la demanda energética. Debemos recordar que por las noches se consume energía y las placas no generan nada.
Existe la posibilidad de instalar baterías que almacenen el excedente de energía para usarlo en días nublados o por la noche, sin embargo, las baterías tienen una vida útil de 3 a 5 años en comparación con la vida media de los paneles fotovoltaicos que va de los 20 a los 30 años. Esto, unido al hecho de que el coste de las baterías es bastante alto, lo hace desaconsejable hasta que la tecnología de las baterías mejore o bajen de precio.